al hablar de la Iglesia catolica, no es mi intención hablar en contra de
las personas sinceras que hay en ella, sino en contra de
aquellos que al infiltrarse en el cristianismo, adulteraron la
fe y las doctrinas que antaño fueron dadas a los santos
apóstoles. Dios tiene una verdad que debe ser predicada
al mundo (véase Apocalipsis 14:6-12), y en estos días
finales de la historia, se hace necesario desenmascarar el
error para que cuando venga la hora de la prueba, los
habitantes de la tierra puedan tomar la decisión correcta y
vivir. El siguiente texto le ayudará a comprender el sentido
de responsabilidad que tengo y el motivo por el cual
proclamo este mensaje:“...«Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis
palabras que yo te diré, y pon mucha atención. Luego
ve y entra adonde están los cautivos, los hijos de tu
pueblo. Háblales y diles: ‘Así ha dicho Jehová, el
Señor’, ya sea que escuchen o que dejen de
escuchar». . . Diles: «Cuando traiga yo espada sobre
la tierra, y el pueblo de la tierra tome a un hombre de
su territorio y lo ponga por centinela, y él vea venir la
espada sobre la tierra, y toque la trompeta y avise al
pueblo, cualquiera que oiga el sonido de la trompeta y
no se prepare, y viniendo la espada lo hiera, su
sangre será sobre su cabeza. El sonido de la
trompeta oyó, pero no se preparó: su sangre será sobre él; pero el que se prepare, salvará su vida.
Pero si el centinela ve venir la espada y no toca la
trompeta, y el pueblo no se prepara, y viniendo la
espada, hiere a alguno de ellos, este fue tomado por
causa de su pecado, pero demandaré su sangre de
mano del centinela»” (Ezequiel 3:10-11; 33:2-6).
El apóstol Juan, el único que utilizó el término
“anticristo”, nunca lo aplicó a un solo individuo, sino a un
grupo de individuos que ya estaba presente en sus días:
“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los
espíritus si son de Dios, porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo... este es el espíritu
del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene,
y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:1-3).
“Muchos engañadores han salido por el mundo, que
no confiesan que Jesucristo ha venido en carne.
Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2
Juan 1:7).
El apóstol Pablo también aseguró que el espíritu del
anticristo ya estaba presente en sus días:
"Ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo
que hay quien al presente lo detiene...” (2
Tesalonicenses 2:7).
¿De dónde dice San Juan, que salieron estos
engañadores, falsos profetas o anticristos?“Hijitos, ya es el último tiempo. Según vosotros oísteis
que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos
anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo,salieron de nosotros,pero no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros,
habrían permanecido con nosotros; pero salieron
para que se manifestara que no todos son de
nosotros” (1 Juan 2:18,19).
Basados en lo anterior podemos sacar las siguientes
conclusiones:
• El “misterio de iniquidad” o “espíritu del anticristo”
ya se encontraba presente en el primer siglo de
nuestra era. Tal era la velocidad con que se expandía
este mal, que san Juan llegó a pensar que ese era el
último tiempo.
• Aunque el anticristo ya estaba presente, aún
había algo que lo detenía y no le permitía
manifestarse abiertamente.
• Juan identificó al anticristo como un movimiento,
no como una persona en particular.
• Los “falsos profetas” y “engañadores” son el
anticristo que habría de venir.
• Muchos de estos individuos fueron en algún
tiempo dirigentes de la Iglesia. Luego apostataron.
San Pablo, en una carta escrita a los Corintios, explicó
que estos engañadores se caracterizaban por hacerle
competencia desleal a ellos. Éstos se presentaban en las
iglesias como “grandes apóstoles” y predicaban un
evangelio y un Jesús adulterados:
“Pero temo que, así como la serpiente con su astucia
engañó a Eva, vuestros sentidos sean también de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a
Cristo, porque si viene alguno predicando a otro
Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís
otro espíritu que el que habéis recibido, u otro
evangelio que el que habéis aceptado, bien lo
toleráis. Pienso que en nada he sido inferior a
aquellos «grandes apóstoles»” (2 Corintios 11:3-5).
“Porque estos son falsos apóstoles, obreros
fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo.
Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás
se disfraza de ángel de luz. Así que, no es extraño si
también sus ministros se disfrazan de ministros de
justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2
Corintios 11:13-15).
Al contrario de lo que cualquiera pudiera pensar, estos
falsos apóstoles no eran toscos o arbitrarios. Para ganarse
el apoyo de los feligreses se presentaban como
verdaderos cristianos. Sus modales y palabras eran
suaves y agraciadas. Su presencia carismática y su don de
gentes eliminaban las sospechas y los prejuicios. Así
ganaron, según Pablo, muchos adeptos dentro de la iglesia
cristiana:
“Pero os ruego, hermanos, que os fijéis en los que
causan divisiones y ponen tropiezos en contra de la
doctrina que vosotros habéis aprendido. Apartaos de
ellos, porque tales personas no sirven a nuestro
Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con
suaves palabras y halagos engañan los corazones de
los ingenuos” (Romanos 16:17,18).
En uno de sus viajes misioneros, en una reunión de
despedida en Mileto, Pablo dijo a los obispos que residían
allí lo siguiente:Sé que después de mi partida entrarán en medio
de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al
rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán
hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar
tras sí discípulos” (Hechos 20:29,30).El problema se hizo general. De todas partes se recibían
noticias de tan oscura infiltración. Pablo, en una carta
escrita a los cristianos en Galacia, nos deja ver que en esa
ciudad la apostasía había cundido a tal punto, que la
situación prácticamente se había salido de control:
“Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis
alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para
seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino
que hay algunos que os perturban y quieren alterar el
evangelio de Cristo” (Gálatas 1:6,7).
Esta situación llevó a los discípulos a amonestar al
pueblo acerca del inminente peligro de aceptar las ideas
de estos falsos apóstoles:
“Amados, ...me ha sido necesario escribiros para
exhortaros a que contendáis ardientemente por la fe
que ha sido una vez dada a los santos, porque
algunos hombres han entrado encubiertamente...
hombres impíos, que convierten en libertinaje la
gracia de nuestro Dios y niegan a Dios, el único
soberano, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3,4).
“Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os
anuncia un evangelio diferente del que os hemos
anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho,
también ahora lo repito: Si alguien os predica un
evangelio diferente del que habéis recibido, sea
anatema” (Gálatas 1:8-9).Mientras que “el espíritu del anticristo” estuvo detenido, el
Evangelio pudo extenderse alrededor del mundo conocido
y miles pudieron recibir el amor de la verdad para ser
salvos. Sin embargo, la obra de los impostores tarde o
temprano habría de dar sus frutos.
Nunca podras destruir la Iglesia que es Una, Santa, Catolica y Apostolica. Si no la han podido destruir los malos catolicos mucho menos tu lo podras hacer.
ResponderEliminarCuidado amigo que te pareces al un lobo rapaz de los que nos advirtio el Apostol San Pablo.
Sé que después de mi partida entrarán en medio
de vosotros lobos rapaces que no perdonarán al
rebaño. Y de entre vosotros mismos se levantarán
hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar
tras sí discípulos”.
Seguire orando por ti.