Notemos que los magos preguntaron: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Pero, ¿por qué le llevaron regalos? ¿Por ser su cumpleaños? ¡De ninguna manera!, ya que ellos llegaron varios días o semanas después de su nacimiento. Entonces, ¿lo hicieron para darnos ejemplo? ¡No! Tomemos nota. Ellos no intercambiaron regalos; más bien “LE OFRECIERON PRESENTES” a El, a Cristo, al rey de los judíos. ¡No intercambiaron regalos con sus amigos y familiares, ni entre ellos mismos! En el Oriente no se acostumbra entrar a la presencia de reyes y grandes personajes con las manos vacías. Esta costumbre es señalada con frecuencia en el Antiguo Testamento y aún persiste en el Oriente y en algunas islas… del Pacífico Sur.”
Vemos entonces que ¡los magos no estaban instituyendo una nueva costumbre cristiana de intercambiar regalos para honrar el nacimiento de Jesucristo! Actuaron de acuerdo con una antigua costumbre oriental que consistía en llevar regalos al presentarse ante un rey. Ellos llegaron en persona ante la presencia del Rey de los judíos. Por tanto, llevaron obsequios de la manera que los llevó la reina de Sabá a Salomón y así como hoy los llevan quienes visitan a un jefe de estado.
La costumbre de dar regalos nada tiene que ver con este acontecimiento; mas bien es la continuación de una antigua costumbre pagana. En lugar de honrar a Cristo, lo que hace es atrasar su Obra cada año en la época navideña.
¿HONRA A CRISTO REALMENTE? Hay quienes insisten en que a pesar de tener sus raíces en una costumbre pagana, ahora no se observa la Navidad para honrar a un falso dios, el dios sol, sino para honrar a Jesucristo.¿Qué nos dice la Palabra de Dios al respecto? “Cuando el Señor tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tu vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. No harás así al Señor tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses;… Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.” (Deuteronomio 12:29-32).
Asimismo el Profeta Jeremías nos advierte con respecto a las costumbres tradicionales de la sociedad que nos rodea: “Así dijo el Señor: No aprendáis el camino de las naciones,… porque las costumbres de los pueblos son vanidad.” (Jeremías 10:2,3).
Dios nos dice claramente en su manual de instrucciones para nosotros – la Biblia – que no aceptará esta clase de culto aunque sea con la intención de honrarlo a El. Nos dice que eso es abominable y por tanto no lo honra a El sino a los falsos dioses paganos. Dios no quiere que lo honremos “como nos dicte nuestra propia conciencia”. Jesucristo dijo claramente:“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. (Juan 4:24).
Pero, ¿qué es verdad? El mismo Jesús dijo que su Palabra, la Santa Biblia, es verdad: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Juan 17:17). La Biblia nos dice que Dios no aceptará el culto de personas que, queriendo honrar a Cristo, adopten una costumbre pagana.
Nuevamente nos dice Jesús: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mi. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.” (Mateo 15:7-9).
La observancia de la Navidad “es un mandamiento de hombres” y por lo tanto no tiene la aprobación de Dios. Jesucristo dijo además: “Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición.” (Mateo 15:6). Esto es precisamente lo que hacen hoy millones de personas. Desechan e invalidan el mandamiento de Dios. Su mandamiento con respecto a la celebración de costumbres paganas para supuestamente honrar a Dios es clarísimo: “No harás así al Señor tu Dios” (Deuteronomio 12:31). Sin embargo, la gran mayoría de las personas toman a la ligera este mandato y lo invalidan siguiendo la tradición de los hombres al observar la Navidad. Veamos lo que nos dice la Epístola de Santiago:
“¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4).
¡No nos equivoquemos! Dios nos permite desobedecer. Nos permite seguir las costumbres y tradiciones de los hombres. Nos permite pecar. Pero también nos advierte que habrá un día de juicio en el que ¡cosecharemos lo que hayamos sembrado! (Ver: Gálatas 6:7,8). Jesucristo fue la Palabra Viviente y personal de Dios, y la Biblia es la Palabra de Dios escrita. ¡Por esas Palabras seremos juzgados para toda la eternidad! No debemos hacer caso omiso de ellas ni tomarlas a la ligera y livianamente.
Comentarios
Publicar un comentario