Las enseñanzas de Jesús respecto a sus discípulos están enfocadas primordialmente a la formación del carácter, y no como ahora se insiste, a los dones o a los carismas de Dios. Empecemos viendo el término “Carácter” en el diccionario:
Carácter es el conjunto de cualidades de una persona que la distingue de otras (en su modo de ser, de vivir, de obrar). (Diccionario de la Real Academia Española)
Ser discípulo de Jesús consiste primordialmente en tener un estilo de vida diferente al de aquellos que no lo son. La Biblia nos dice acerca de Jesús que “su fama se extendió” y que tenía muchos seguidores que querían escuchar lo que Él decía. Notemos que Jesús hablaba de las cosas internas del corazón, del carácter.
Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron, y tomando él la palabra, comenzó a enseñarles diciendo: “Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. (Mat 5:1-3 NVI)
Pobres en EspírituLa palabra griega que se traduce como “dichosos” es «makários» que significa supremamente dichoso y feliz. La palabra “pobres” es «ptojós» que significa mendigo. Un mendigo es alguien que tiene múltiples necesidades sin resolver, que no tiene recursos. Como no tienen nada, los mendigos piden ayuda con una actitud de humillación. Los pobres en espíritu reconocen que tampoco tienen nada: reconocen que por sí mismos no pueden alcanzar la salvación, reconocen su miseria espiritual.
El verdadero discípulo tiene es totalmente dependiente de Jesús. Esta es la base para recibir las riquezas del Espíritu.
Josafatb.
Podemos encontrar la base de las bienaventuranzas en el Antiguo Testamento, comenzando con la historia de Josafat.
¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!” Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del Señor, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños. Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea. Y dijo Jahaziel: “Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el Señor: No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. (2Cr 20:11-15 NVI)
El ejército que enfrentaba al de Israel contaba con el doble de efectivos en sus filas: todo haría pensar que el ejército de Dios sufriría una aplastante derrota. Josafat no podía hacer nada en sus fuerzas contra el enemigo, pero había depositado su confianza en Dios. Igualmente nosotros, cuando no sabemos que hacer, o cuando no podemos hacer nada… debemos refugiarnos en Jesús, no en el licor o en los bienes materiales de otra persona. Debemos esperar a que Dios pelee por nosotros.
Salomón tuvo también una actitud de pobreza y dependencia de Dios:
“Ahora, Señor mi Dios, me has hecho rey en lugar de mi padre David. No soy más que un muchacho, y apenas sé cómo comportarme. Sin embargo, aquí me tienes, un siervo tuyo en medio del pueblo que has escogido, un pueblo tan numeroso que es imposible contarlo. Yo te ruego que le des a tu siervo discernimiento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? Al Señor le agradó que Salomón hubiera hecho esa petición, de modo que le dijo:
Como has pedido esto, y no larga vida ni riquezas para ti, ni has pedido la muerte de tus enemigos sino discernimiento para administrar justicia, voy a concederte lo que has pedido. Te daré un corazón sabio y prudente, como nadie antes de ti lo ha tenido ni lo tendrá después. Además, aunque no me lo has pedido, te daré tantas riquezas y esplendor que en toda tu vida ningún rey podrá compararse contigo. (1Re 3:7-13 NVI)
Salomón reconocía que era débil, que dependía de Dios. Se limitó a pedir un corazón entendido, discernimiento para gobernar al numeroso pueblo que ahora dirigía.
Dios nos da la fuerza y la sabiduría para enfrentar las cosas que Él mismo pone en nuestro camino. De igual modo, por ejemplo, cada padre de familia ha de pedir sabiduría para pastorear a su familia.
Jesús dijo “separados de mí, no pueden ustedes hacer nada.” Un verdadero discípulo depende de Dios.
Cuando buscas trabajo, presentas tu currículum vitae y el departamento de Recursos Humanos dedide si te contrata con base en tus capacidades. En el mundo es necesario enfatizar los logros, pero el Maestro no está interesado en la trayectoria de los suyos. A nosotros se nos pide que seamos pobres en espíritu.
David, aunque era Rey, también reconocía su dependencia de Dios:
Y a mí, pobre y necesitado, quiera el Señor tomarme en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te tardes, Dios mío! (Sal 40:17 NVI)
Hay personas que se niegan a buscar apoyo en otros. ¿Has escuchado que ”la ropa sucia se lava en casa“?Aquí vemos cómo David le pide socorro a Dios, reconociendo su pobreza, no ocultando nada.
El verdadero discípulo no es orgulloso y pide ayuda a Dios.
Pablo
reconocia su necesidad de Dios:
Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad.” Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2Co 12:8-10 NVI)
Este sí era un Apóstol de verdad, no como los “apóstoles” de hoy que presumen sus jets, sus trajes y las estampas de su pasaporte. Pablo dice que se goza en sus debilidades porque muestra la supremacía de Cristo.Infeliz, Miserable, Pobre, Ciego y Desnudo
En Apocalipsis, Jesús se dirige a una de las iglesias:
Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca. Dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada’; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú. Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete. (Apo 3:15-19 NVI)
¿Qué sucedió para que se hicieran tibios? Sencillo: confiaban en sus logros y en sus posesiones (’soy rico… no me hace falta nada’). Mostraban orgullo, autosuficiencia. Pero Dios les llama infelices, miserables, pobres, ciegos y desnudos. Eso mismo les dice Dios a quienes no son pobres en espíritu.
Los que lloran serán consolados
Regresemos a Mateo 5 para ver una característica más del discípulo verdadero:
Dichosos los que lloran, porque serán consolados. (Mat 5:4 NVI)
Cuando Jesús dijo “los que lloran”… ¿se refería a cualquier tipo de llanto? ¿Bienaventurado el homosexual que llora porque su novio lo dejó? ¿Bienaventurado el ateo que llora porque murió su esposa? ¿Bienaventurado el idólatra que llora porque perdió su trabajo? ¡No!
El Señor les está hablando a sus discípulos, no a toda persona. Bienaventurado es el verdadero discípulo que llora, porque Dios le consuela.Un día, Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos:
Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían dejado de existir, lo mismo que el mar. Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía del trono y decía: “¡Aquí, entre los seres humanos, está la morada de Dios! Él acampará en medio de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él les enjugará toda lágrima de los ojos.
Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir.” El que estaba sentado en el trono dijo: “¡Yo hago nuevas todas las cosas!” Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.” (Apo 21:1-5 NVI)
Los verdaderos discípulos son consolados cuando lloran. Si usted lo es, reciba la consolación de Dios
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