Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. (Oseas 4:6)
Una persona me escribió hace poco para hablarme sobre lo que él pensaba era predicar a Cristo. Su mensaje en resumidas cuentas era a manera de regaño hacia mí, ya que según él, yo no predico a Cristo sino que me desenfoco hablando de otros temas de diversas doctrinas. Según el, me aconsejaba a que no mencionara a otras sectas ni doctrinas y que solo predicara a Cristo guardando total silencio referente a la diversidad de sectas que existen.
Mi contestación fue que parte de la predicación de Cristo es guardar la sana doctrina y exponer las falsas sectas que niegan y contradicen la fe salvadora.
El me dijo: ¿Quién salva? ¿Cristo o la doctrina?
Yo le contesté: Salva Cristo cuando se sigue la sana doctrina. Una doctrina errada conduce a apartar a la gente de Cristo. Nadie que diga seguir a Cristo puede encaminarse en una falsa doctrina.
¿Cuán importante es la sana doctrina?
Veamos lo que dice la Biblia:
"Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo". (2 Juan 1:9)
¿Qué se nos está diciendo aquí?
Se nos dice que tener a Cristo es perseverar en su doctrina. La doctrina de Cristo la componen todas las verdades, mandamientos, prácticas, enseñanzas y guardar la Palabra como Dios lo ordenó. Si alguno afirma seguir a Cristo pero se aparta de esas buenas prácticas, se nos advierte que es desligarse de Cristo mismo.
El mundo tiene diversidad de sectas y religiones. Muchas afirman seguir a Cristo pero niegan la sana doctrina. ¿Puede una secta que diga ser cristiana estar alejada de la sana doctrina dada por Cristo?
La Biblia nos advierte de aquellos que tuercen las Escrituras y ese torcer de las Escrituras conduce a la perdición.
"casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición". (2 Pedro 3:16)
Dice bien claramente que una torcedura en el significado de las epístolas sagradas pueden conducir a la gente a la perdición.
La sociedad está llena de sectas cuyas doctrinas están torcidas y tergiversadas proponiendo evangelios falsos.
Nuestro deber como cristianos es levantar la Palabra de Dios para que alumbre el
camino y muestre la verdad sobre la mentira.
Nuestra pregunta es, ¿Cómo
puede un cristiano enojarse porque se exponga la verdad versus la mentira? ¿Cómo
puede alguien sentirse ofendido porque se brinde luz en medio de tinieblas? O es
que existen "cristianos", que en realidad están presentes, pero en su interior
están muy lejos de Dios.
El deseo de Dios y de los santos es la defensa de la Palabra de Dios.
"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". (Judas 1:3)
El mandamiento de Dios es a enfrentar a esos vientos de oposición extraños y levantar la verdad de su Palabra. Ninguno que diga seguir a Cristo puede encontrarse a gusto entre aquellos que poseen una doctrina tergiversada:
"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos". (Rom. 16:17)
La ruta correcta de la fe, está expresada en la Palabra de Jesucristo dada a los apóstoles. Todo aquello que no corresponda con ella debe ser rechazado:
"Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones". (Hechos 2:42)
El enemigo conoce el valor que tiene la doctrina de Cristo, por eso buscará usurpar su lugar para colocar y dar como validas diferentes doctrinas erradas:
"para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error," (Ef. 4:14)
El deber del cristiano es no dejarse mover de la doctrina que ha recibido:
"Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra". (2 Tes. 2:15)
Cualquiera que se aleja de la sana doctrina viene a recaer en el grupo de los pecadores:
" para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina", (I Timoteo 1:10)
Las falsas doctrinas proceden de los demonios y deben ser rechazadas, expuestas e identificadas claramente. Cualquiera que se oponga a esto no tiene a Dios.
"Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;" (I Tim. 4:1)
La buena doctrina corresponde a la salvación y a la verdadera iglesia:
"Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido". (I Tim. 4:6)
Seguir o no la sana doctrina es un asunto de tu propia salvación
"Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren". (I Tim. 4:16)
Desligarse de la sana doctrina y pretender ser salvo es estar perdido
"Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras..., " (I Timoteo 6:3-10)
En la Biblia se predice sobre un tiempo en el que la gente pretenderá alcanzar el cielo aun con falsas doctrinas diversas:
"Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias," (II Tim. 4:3)
Pero el mandato de Dios es que el creyente se mantenga firme en la sana doctrina aun en tiempos contrarios:
"Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina." (Tito 2:1)
Si te consideras cristiano, no guardes silencio frente a la maldad:
"Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". (Judas 1:3)
ante este caso ¿callarse no es lo mismo que ser complice?
AMEN
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