Primera ley: El pecado te llevará más allá de donde pensabas llegar.... Decimos: “es que solo pienso llegar hasta aquí”, o, “créeme, que esto está bajo control”. Lo que estaba bajo control, termina controlándote a ti. Controla tu vida; controla tu mente y no te deja descansar. Controlará tu corazón, y lo que controla tu corazón, controlará también tus emociones.
Segunda ley: El pecado te alejará por más tiempo de lo que habías pensado... “Es solo un par de días”... Y los días se convierten en semanas y las semanas en meses y en muchas ocasiones, en años. En el caso de los israelitas...400 años.
Tercera ley: El pecado te costará más de lo que querías pagar. Te costará tu integridad, tu reputación; tu paz... te puede costar la esposa; los hijos, los amigos, el trabajo, el ministerio; la iglesia. Y aún dinero.
Cuarta ley: Pecas a tu manera; pero tienes que regresar a la manera de Dios. Dios determina los términos de tu regreso; y sus caminos pueden ser largos y tortuosos -a la manera del desierto.
Quinta ley: El pecado engendra pecado... Con un pecado tendemos a cubrir otro pecado.
Sexta Ley: El pecado te lleva a justificar lo que has hecho, con lo cual cometes otro pecado: el pecado de la auto-justificación.
Séptima Ley: El placer es efímero, temporal, pero las consecuencias del pecado son duraderas.
Octava Ley: No hay pecado oculto que Dios no ponga de manifiesto; de hecho Jesús lo dijo exactamente de esa manera en Mateo 10:26, Marcos 4:22; Lucas 8:17 y 12:2.
Novena Ley: Mi pecado comienza cuando yo quiero, pero las consecuencias comienzan cuando Dios lo determine. Incluso Dios puede visitar la iniquidad de los padres hasta la tercera y cuarta generación.
Décima Ley: Nadie se burla de Dios. (Gálatas 6:7).
Pecados significativos requieren cirugía radical.
Dios conoce como yo estoy lidiando con el pecado, y sabe si yo estoy aceptando mí pecado… y si estoy tratando de tomarme dos aspirinas, en vez de amputar esto en mi vida y quitar el cáncer de mí. Dios lo sabe.
Y mis consecuencias van a ser más severas o más largas dependiendo de cómo yo lidie con el pecado una vez Dios me lo muestra.
Y lo que va a seguir va a depender en gran manera de como yo lo enfrento; en humildad, confesándolo, admitiéndolo, compartiéndolo y haciendo restitución. Todo esto es necesario aceptando las consecuencias que Dios me impone, pero no hay nada que empeore mas mis consecuencias, que el yo rechazar la confrontación de Dios (como el pueblo de Dios hizo con los profetas), el yo no aceptar las consecuencias que Dios me impone, y el yo no admitir y confesar y hacer uso de mi pecado para beneficio de otros.
el pecado es, todo lo que aumenta el poder y la autoridad de tu carne sobre tu espíritu, independientemente de cuan bueno sea.
Eso debe terminar para siempre con la pregunta de: ¿Y qué tiene de malo…?
Lo que tiene de malo es que no fortalece mi espíritu sobre mi carne, y ya eso es razón suficiente para que sea pecaminoso ante Dios, sin importar lo bueno que sea.
Y Gálatas lo dice: “Los deseos de la carne (todos), están contra el espíritu. Y los deseos del espíritu (todos), están contra la carne. “
No hay zona gris.
Es blanco, o negro.
Nosotros caminamos en la zona gris que pintamos, y aunque yo lo ha hecho también, y aunque yo lo haga mañana, Dios tiene una opinión y nunca es gris
Segunda ley: El pecado te alejará por más tiempo de lo que habías pensado... “Es solo un par de días”... Y los días se convierten en semanas y las semanas en meses y en muchas ocasiones, en años. En el caso de los israelitas...400 años.
Tercera ley: El pecado te costará más de lo que querías pagar. Te costará tu integridad, tu reputación; tu paz... te puede costar la esposa; los hijos, los amigos, el trabajo, el ministerio; la iglesia. Y aún dinero.
Cuarta ley: Pecas a tu manera; pero tienes que regresar a la manera de Dios. Dios determina los términos de tu regreso; y sus caminos pueden ser largos y tortuosos -a la manera del desierto.
Quinta ley: El pecado engendra pecado... Con un pecado tendemos a cubrir otro pecado.
Sexta Ley: El pecado te lleva a justificar lo que has hecho, con lo cual cometes otro pecado: el pecado de la auto-justificación.
Séptima Ley: El placer es efímero, temporal, pero las consecuencias del pecado son duraderas.
Octava Ley: No hay pecado oculto que Dios no ponga de manifiesto; de hecho Jesús lo dijo exactamente de esa manera en Mateo 10:26, Marcos 4:22; Lucas 8:17 y 12:2.
Novena Ley: Mi pecado comienza cuando yo quiero, pero las consecuencias comienzan cuando Dios lo determine. Incluso Dios puede visitar la iniquidad de los padres hasta la tercera y cuarta generación.
Décima Ley: Nadie se burla de Dios. (Gálatas 6:7).
Pecados significativos requieren cirugía radical.
Dios conoce como yo estoy lidiando con el pecado, y sabe si yo estoy aceptando mí pecado… y si estoy tratando de tomarme dos aspirinas, en vez de amputar esto en mi vida y quitar el cáncer de mí. Dios lo sabe.
Y mis consecuencias van a ser más severas o más largas dependiendo de cómo yo lidie con el pecado una vez Dios me lo muestra.
Y lo que va a seguir va a depender en gran manera de como yo lo enfrento; en humildad, confesándolo, admitiéndolo, compartiéndolo y haciendo restitución. Todo esto es necesario aceptando las consecuencias que Dios me impone, pero no hay nada que empeore mas mis consecuencias, que el yo rechazar la confrontación de Dios (como el pueblo de Dios hizo con los profetas), el yo no aceptar las consecuencias que Dios me impone, y el yo no admitir y confesar y hacer uso de mi pecado para beneficio de otros.
el pecado es, todo lo que aumenta el poder y la autoridad de tu carne sobre tu espíritu, independientemente de cuan bueno sea.
Eso debe terminar para siempre con la pregunta de: ¿Y qué tiene de malo…?
Lo que tiene de malo es que no fortalece mi espíritu sobre mi carne, y ya eso es razón suficiente para que sea pecaminoso ante Dios, sin importar lo bueno que sea.
Y Gálatas lo dice: “Los deseos de la carne (todos), están contra el espíritu. Y los deseos del espíritu (todos), están contra la carne. “
No hay zona gris.
Es blanco, o negro.
Nosotros caminamos en la zona gris que pintamos, y aunque yo lo ha hecho también, y aunque yo lo haga mañana, Dios tiene una opinión y nunca es gris
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