Mientras que a los ojos de los hombres los falsos ministros en lo terrenal se vuelven muy exitosos, en lo espiritual son un rotundo fracaso.
Todos conocemos al menos algún caso de un líder pseudo cristiano del cual, para su desgracia, se han hecho públicas sus perversiones.
Tales falsos ministros, antes de ser descubiertos, llevaban una doble vida. Por un lado predicando y aparentando rectitud ante sus seguidores, y por el otro, en lo oculto, dando rienda suelta a su depravación.
Todos ellos, falsos predicadores de un evangelio torcido a sus conveniencias, si bien han sido exhibidos a luz pública, como se acostumbra decir en estos casos, solo son la punta de un silencioso pero mortal iceberg.
El hecho de que otros falsos ministros todavía no hayan sido descubiertos solo significa que son más precavidos en ocultar sus fornicaciones. Pero todos los predicadores del Falso Evangelio de la Prosperidad -insisto, falsos ministros- viven esa doble vida. Como veremos a continuación, ya el solo acto de que alguien predique ese falso evangelio idólatra es una señal inequívoca de que el tal sirve a los demonios y por tanto al pecado.
El Falso Evangelio de la Prosperidad basa sus premisas en la avaricia, que como cualquier diccionario define, es el deseo y afán por atesorar riquezas terrenales.
A su vez, la Palabra nos enseña que la avaricia es una forma de idolatría:
Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (Efesios 5:5)
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.(Colosenses 3:5)
Asimismo todas las formas de idolatría no son otra cosa sino comunión con los demonios:
Con esto no quiero decir que el ídolo tenga valor alguno, ni que la carne ofrecida al ídolo sea algo más que otra carne cualquiera. Lo que digo es que cuando los paganos ofrecen algo en sacrificio, se lo ofrecen a los demonios, y no a Dios, y yo no quiero que ustedes tengan nada en común con los demonios. No pueden beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni pueden participar de la mesa del Señor y, a la vez, de la mesa de los demonios. 1 Corintios 10:19-21 (Versión Dios Habla Hoy)
No es necesario que mencione los nombres de los principales exponentes de este falso evangelio, pues todos ellos son famosos gracias a los cada vez más en boga canales televisivos mal llamados cristianos. Incluso algunos de ellos no solamente abarrotan cuanto estadio en el que se presentan, sino hasta hacen milagros, cumpliendo lo que la Palabra profetizó de ellos:
Lo dramático de esta situación es que mientras que a los ojos de los hombres todos estos falsos ministros en lo terrenal se vuelven muy exitosos, en lo espiritual son un rotundo fracaso, pues el mundo los ha vencido y se han hecho esclavos del pecado, al que -sometidos- obedecen.
Los falsos ministros predican un evangelio de avaricia que es idolatría, la idolatría es el servicio y por tanto obediencia a los demonios, los cuales obligan a pecar a quienes les sirven.
Aquí hay una verdad fundamental: todos los falsos ministros que predican el Falso Evangelio de la Prosperidad sirven a los demonios, por tanto les obedecen. Y los demonios, que no perdonan, les mandan cometer toda clase de perversiones, a las cuales los falsos ministros no se pueden resistir.
El falso siervo carece de comunión con el Espíritu Santo, quien da al creyente fuerza interior para resistir cualquier demanda de carnalidad de los demonios (Santiago 1:14 /1 Corintios 1:13).
Los demonios presionan a sus ministros a predicar ese falso evangelio de abominación, pues gracias a su difusión el señorío de ellos sobre la gente se extiende. Pero un verdadero ministro de Dios jamás predicará un evangelio torcido, como el Falso Evangelio de la Prosperidad, porque el Espíritu Santo le preserva del error.
Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error. (1 Juan 4:6)
Cada vez que los falsos ministros enseñan, espiritualmente pasan la copa de los demonios a sus seguidores. Y cuando éstos creen esas mentiras, entonces beben de ella.
El resultado es que las vidas de los que escuchan, creen sus enseñanzas y las ponen en práctica, comienzan a dar frutos de fornicación, idolatría, robo, mentiras y toda clase de perversiones. Igual que su falso maestro, el falso cristiano comienza a llevar una doble vida en la que los Domingos, a la vista de todos, aparenta santidad y el resto de la semana, en lo oculto, lleva una vida dedicada a la depravación.
Un falso maestro no puede predicar un evangelio verdadero; un evangelio que no es verdadero no puede dar cristianos verdaderos.
Los falsos evangelios torcidos que solo enriquecen terrenalmente a quienes los predican no pueden salvar, sino que por el contrario, llevan a la perdición.
Si tú eres seguidor o seguidora de uno de esos falsos ministros, hoy es el día de cambiar tu camino, mañana quizá sea tarde.
Todos conocemos al menos algún caso de un líder pseudo cristiano del cual, para su desgracia, se han hecho públicas sus perversiones.
Tales falsos ministros, antes de ser descubiertos, llevaban una doble vida. Por un lado predicando y aparentando rectitud ante sus seguidores, y por el otro, en lo oculto, dando rienda suelta a su depravación.
Todos ellos, falsos predicadores de un evangelio torcido a sus conveniencias, si bien han sido exhibidos a luz pública, como se acostumbra decir en estos casos, solo son la punta de un silencioso pero mortal iceberg.
El hecho de que otros falsos ministros todavía no hayan sido descubiertos solo significa que son más precavidos en ocultar sus fornicaciones. Pero todos los predicadores del Falso Evangelio de la Prosperidad -insisto, falsos ministros- viven esa doble vida. Como veremos a continuación, ya el solo acto de que alguien predique ese falso evangelio idólatra es una señal inequívoca de que el tal sirve a los demonios y por tanto al pecado.
El Falso Evangelio de la Prosperidad basa sus premisas en la avaricia, que como cualquier diccionario define, es el deseo y afán por atesorar riquezas terrenales.
A su vez, la Palabra nos enseña que la avaricia es una forma de idolatría:
Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. (Efesios 5:5)
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría.(Colosenses 3:5)
Asimismo todas las formas de idolatría no son otra cosa sino comunión con los demonios:
Con esto no quiero decir que el ídolo tenga valor alguno, ni que la carne ofrecida al ídolo sea algo más que otra carne cualquiera. Lo que digo es que cuando los paganos ofrecen algo en sacrificio, se lo ofrecen a los demonios, y no a Dios, y yo no quiero que ustedes tengan nada en común con los demonios. No pueden beber de la copa del Señor y, a la vez, de la copa de los demonios; ni pueden participar de la mesa del Señor y, a la vez, de la mesa de los demonios. 1 Corintios 10:19-21 (Versión Dios Habla Hoy)
No es necesario que mencione los nombres de los principales exponentes de este falso evangelio, pues todos ellos son famosos gracias a los cada vez más en boga canales televisivos mal llamados cristianos. Incluso algunos de ellos no solamente abarrotan cuanto estadio en el que se presentan, sino hasta hacen milagros, cumpliendo lo que la Palabra profetizó de ellos:
...y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia. 2 Tesalonicenses 2:10-12
Porque se levantarán falsos Cristos [ungidos], y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Mateo 24:24Pero este falso evangelio de idolatría y comunión con los demonios no se limita a aquellos que han cobrado fama gracias a la compra de espacios en la televisión o en el radio, sino también participan ahí los muchos ministros ignorantes que, influenciados y motivados por la fama y el dinero, irresponsablemente se lanzan a imitarlos.
Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. 1 Timoteo 4:1
Lo dramático de esta situación es que mientras que a los ojos de los hombres todos estos falsos ministros en lo terrenal se vuelven muy exitosos, en lo espiritual son un rotundo fracaso, pues el mundo los ha vencido y se han hecho esclavos del pecado, al que -sometidos- obedecen.
¿No se dan cuenta de que uno se convierte en esclavo de todo lo que decide obedecer? Uno puede ser esclavo del pecado, lo cual lleva a la muerte, o puede decidir obedecer a Dios, lo cual lleva a una vida recta. Romanos 6:16 (Versión Nueva Traducción Viviente)
Los falsos ministros predican un evangelio de avaricia que es idolatría, la idolatría es el servicio y por tanto obediencia a los demonios, los cuales obligan a pecar a quienes les sirven.
Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. 1 Corintios 10:12-14
Aquí hay una verdad fundamental: todos los falsos ministros que predican el Falso Evangelio de la Prosperidad sirven a los demonios, por tanto les obedecen. Y los demonios, que no perdonan, les mandan cometer toda clase de perversiones, a las cuales los falsos ministros no se pueden resistir.
El falso siervo carece de comunión con el Espíritu Santo, quien da al creyente fuerza interior para resistir cualquier demanda de carnalidad de los demonios (Santiago 1:14 /1 Corintios 1:13).
Los demonios presionan a sus ministros a predicar ese falso evangelio de abominación, pues gracias a su difusión el señorío de ellos sobre la gente se extiende. Pero un verdadero ministro de Dios jamás predicará un evangelio torcido, como el Falso Evangelio de la Prosperidad, porque el Espíritu Santo le preserva del error.
Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error. (1 Juan 4:6)
Cada vez que los falsos ministros enseñan, espiritualmente pasan la copa de los demonios a sus seguidores. Y cuando éstos creen esas mentiras, entonces beben de ella.
El resultado es que las vidas de los que escuchan, creen sus enseñanzas y las ponen en práctica, comienzan a dar frutos de fornicación, idolatría, robo, mentiras y toda clase de perversiones. Igual que su falso maestro, el falso cristiano comienza a llevar una doble vida en la que los Domingos, a la vista de todos, aparenta santidad y el resto de la semana, en lo oculto, lleva una vida dedicada a la depravación.
Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. 1 Timoteo 6:8-10
Un falso maestro no puede predicar un evangelio verdadero; un evangelio que no es verdadero no puede dar cristianos verdaderos.
Los falsos evangelios torcidos que solo enriquecen terrenalmente a quienes los predican no pueden salvar, sino que por el contrario, llevan a la perdición.
Si tú eres seguidor o seguidora de uno de esos falsos ministros, hoy es el día de cambiar tu camino, mañana quizá sea tarde.
Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Mateo 7:13-23
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